El verano de 2017 ha sido tras otros 2 años más de sequía, muy duro. La afluencia de insectos ( mosquitos) con la llegada de la calima traída de Africa han sido desagradable, aunque hay que tener en cuenta que las puestas de sol, en el estallido crepúscular han sido apasionantes.

Repentinamente, las lluvias torrenciales producto de las tormentas que se han venido gestando en ls cumbres frente al ecolodge, han canbiado por completo los olores del bosque y sus colores. Aromas a menta de jaras,brezos, tomillos y romeros, se mezclan con la tierra mojada. El frescor y las nubes bajas sin luz, permiten la aparición de grandes ungulados: ciervos, manadas de gamos, etc. Las inversiones térmicas que se producen y que ya no pararán hasta marzo, nos van a dejar estampas inolvidables en el paisaje mediterráneo que es posible que nos inspire a un paso de casa.